Para mi encontrarme con el Budismo Zen, fue (Y
sigue siendo) una experiencia genial. A medida que leo sobre ello experimento
una sensación muy gratificante. Como cuando, después de mucho tiempo, te
encuentras con alguien o algo, muy querido y conocido. A veces, me pierdo o no
capto todo lo que ahí se explica pero siempre, hay un fondo que entiendo como
algo ya mío, lo que me empuja a querer saber más.
Con mis primeras lecturas sobre ello, me
sorprendía lo que iba descubriendo sobre, por ejemplo: Najarjuna, La Escuela de La Vía Media y la vacuidad
al coincidir tanto con mi sentir. Me emocionaba y a la vez me “descolocaba” encontrarme
con explicaciones sobre los extremos, pues en mi vivir he sido y soy muy dada a
decir cosas como: “Los extremos no nos llevan a nada bueno”, “Es mejor buscar
el centro”, “El equilibrio interior esta en: ni lo mucho ni lo poco”. Lo que me
llevaba a pensar, lo cerca que lo había tenido siempre y la de sufrimiento y
frustración, que me habría ahorrado si hubiera hecho caso a mi interior. Pero
todo llega cuando estas preparado para ello, ni antes ni después todo te llega
en el momento adecuado.
Si reflexionamos un poco y hacemos un esfuerzo por
ser objetivos… veremos que nos pasamos la vida diciendo cosas como: “Esto no me
gusta”, “No aguanto a esta persona”, “OH, esto me encanta”, “Es genial aquella
persona” y más. No captamos que es así para nosotros y, muy posible, que
también para quien esté compartiendo ese instante con nosotros, pero el mundo,
las circunstancias y las personas son como tu las ves en ese instante de vida
y, como digo, quizá tengas la suerte de estar viviéndolo al unísono con otra u
otras personas de tu entorno. Aunque también ocurre, que incluso viviendo la
misma situación, en un mismo entorno y en ese mismo momento… la perspectiva sea
distinta, las conclusiones y lo que se te queda en el recuerdo, en la
percepción… haga pensar que no viviste lo mismo, porque lo que para mi fue
agradable, para ti pueda pertenecer a un mal recuerdo.
Lo cierto es que nada es bueno del todo ni malo
del todo, igual que nada es positivo ni negativo del todo. Además, si llegamos
a la conclusión que algo es positivo o bueno, es porque hemos experimentado su
parte negativa o mala y, por ello podemos identificar los dos extremos.
Añadiría algo que seguro… seguro hemos dicho en más de una ocasión: “Fíjate…
que, al final, salió bien ¡Quién lo iba a decir! Con lo mal que empezó todo” o
“¿Qué pasó, para que se torciera todo? Si estuvo planeado hasta el milímetro” Nos
empeñamos en que cada cosa que hacemos sea perfecta o, por el contrario y por
–vete a saber qué razón- nos aferramos a la idea que no funcionará y como es
imposible que todo ocurra como queremos, esperamos o no esperamos… pasamos de
la esperanza y la ilusión, a la frustración y a desilusionarnos en segundos.
Son extremos, nos ponemos al borde del precipicio
y, encima… cogemos todos los boletos para que nos toque la caída.
Intentar mantenerse en equilibrio es el camino,
pues nuestro vivir es una sucesión de acontecimientos que podemos clasificarlos
de buenos o malos, según nos hagan sentir pero ello no quita que aceptemos que
nuestra vida transcurre de acontecimiento en acontecimiento.
Obviamente, si algo que estamos viviendo nos
provoca sufrimiento, no lo queremos pero, dime ¿Porque luches contra ello va ha
desaparecer dicho suceso? ¿Durará más algo que te agrada, solo porque lo desees
y te aferres a ese deseo, a ese suceso?
Si dejáramos de aferrarnos a luchar contra lo que
no nos gusta y a tratar de retener lo que sí nos gusta… desaparecería mucho de
nuestro descontento con la vida.
El rechazar algo nos lleva a un temor, que nos
hace sufrir más y rechazar con más empeño en aquellas situaciones posteriores,
que nos parecen son las mismas. Igual que el querer retener algo, nos lleva a
frustrarnos cuando lo perdemos y sentir más frustración, por el miedo a volver
a perderlo, cuando creemos encontrarlo de nuevo ¿no es mejor disfrutar y
aceptar? O, por el contrario ¿Prefieres terminar siendo prisionero de tus
rechazos y tus anhelos? Ningún acontecimiento es igual al anterior ni tampoco
es mejor o peor, es un suceso más en nuestro vivir.
Si todo lo que me sucede lo miro con perspectiva,
sé que no es fácil, tengo que hacer un esfuerzo para no dejarme arrastrar.
Tiempo… que me sirve para darme cuenta
porqué y cómo me afecta dicho suceso y estar con menos presión de mis
sentimientos.
Si algo va bien, algo irá mal, nunca todo funciona
en mi vida, por tanto: Valoro y disfruto “A tope” de lo que me llega de bueno,
acepto y busco lo que tiene de bueno y de enseñanza lo que me llega de malo y
así busco el equilibrio para sentirme bien y estar más tranquila, para escoger
y decidir lo mejor. Aceptando todo tal cual es y escuchando siempre a mi
interior.